

Secciones
Servicios
Destacamos
El año pasado Burgos importó en diciembre naipes desde Estados Unidos por valor de 14.716,36 euros. En junio, por ejemplo, en las Islas Baleares se pagó 113,41 euros por biberones de policarbonato para lactantes. Estos productos son pequeñas gotas en la inmensidad de bienes que, año tras año, llegan desde los puertos y aeropuertos estadounidenses a suelo español. Unas cifras a las que, si la guerra comercial sigue adelante, habrá que sumarles un 25% o, en el mejor de los casos, un 10%.
Esa fue la respuesta de la Comisión Europea a los llamados «aranceles recíprocos» de la Administración Trump, una controvertida medida anunciada el 2 de abril – el 'Día de la Liberación' – y que dejó en pausa el presidente estadounidense una semana después, en otro viraje político que hizo que las tasas europeas se paralizasen también.
Así que los naipes y los biberones son apenas dos de los más de 1.700 productos 'made in USA' que podrían aumentar su precio cuando lleguen al mercado comunitario. Algunos de ellos se notarán en las despensas de los españoles: soja, almendras y maíz están entre los más afectados. España compró a EE UU estos productos por 648, 265 y 2010 millones de euros en 2024.
«Se empezarán a aplicar a partir del 15 de abril», señalaba el comunicado emitido por el equipo de Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Sin embargo, ya se avisaba, «pueden suspenderse en cualquier momento si Estados Unidos acepta buscar una salida justa, equilibrada y negociada», añaden. Por el momento, son 90 días de tregua. Eso sí, Trump mantiene los aranceles del 25% a vehículos y acero y un 10% universal.
De los productos afectados por la tasa de importación desde Estados Unidos, España comerció en 2024 con 1.274. De estos, solo en un 10% de los casos (128) la transacción superó el millón de euros, hasta cerrar compras por más de 2.000 millones en total.
Los Estados miembros de la UE votaron en bloque, salvo Hungría, a favor de sancionar con aranceles del 25% a la mayoría de productos estadounidenses y, en algunos casos, con el 10%. Todo ello, según cálculos comunitarios, asciende a 20.900 millones de euros. Pero, ¿cómo afecta esto a la economía española? ¿Y al consumidor final?
Desde habas de soja hasta champús, pasando por barriles, bisagras, bridas, tuberías, sacos de dormir y hasta comida para mascotas. Todos ellos, a partir del 15 de abril —si nada cambia—, estarán sujetos a una horquilla simple: 25% o 10%.
Solo en almendras, España importó millones de toneladas por un valor de 265 millones de euros. También llegaron naipes por un importe que superó el año pasado los 10 millones de dólares.
En 2024 llegaron a suelo españoles millones de toneladas de bienes. A los ya citados se suma dentífricos, huevos de gallina, barcas de recreo e, incluso, mesas quirúrgicas. El gran comprador es la Comunidad de Madrid, seguido de la provincia de Barcelona, Tarragona y Huelva.
Pero los 'made in USA' llegan a todos los rincones de la península ibérica. Las 52 provincias españolas importaron estos bienes el año pasado, según datos del Ministerio de Economía.
En este intercambio de golpes arancelarios han entrado el maíz, la soja, zumos, salchichas, mostaza o carne de ave, productos que llenan muchas despensas y frigoríficos españoles. Esa cesta costó centenas de millones en la balanza comercial de España con Estados Unidos. No obstante, los expertos aseguran que «estos productos son fácilmente sustituibles por los mismos, pero con otro origen», destacan.
Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de España. Según los últimos datos disponibles en poder del Ministerio de Economía y Empresa, la balanza comercial con EE. UU. es negativa, es decir, España compra más a Washington de lo que le vende.
En lo más alto de este intercambio se encuentran combustibles, productos farmacéuticos, aparatos ópticos, maquinaria o sangre humana o animal preparada para usos terapéuticos o de diagnóstico. Estos son los principales productos de la 'lista de la compra española' en el mercado estadounidense. Todos ellos se salvan de la respuesta de Bruselas, pero el golpe se deja notar en casi un centenar de artículos que llegan a las empresas españolas y, en último lugar, a los hogares.
Pero el alza de precios para los consumidores españoles no llegará solo por este incremento del 25% y del 10%, si finalmente se lleva a cabo, también vendrá desde más allá de las fronteras comunitarias. La batalla arancelaria sin cuartel entre Pekín y Washington, con tarifas del 84% y hasta el 104%, amenaza con afectar al bolsillo de hasta el último ciudadano del planeta, sobre todo en un mundo globalizado.
A pesar de que los gigantes tecnológicos tengan nombre norteamericano, sus componentes tienen sello asiático: China, Taiwán, India o Vietnam. Las principales plantas de producción de Apple se ubican en territorio chino, mientras que las secundarias se encuentran en India, Vietnam y Tailandia.
Los analistas de Morgan Stanley señalaron, tras conocer los gravámenes de Estados Unidos, que Apple podría absorber costes arancelarios adicionales de aproximadamente 34.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, el resto se trasladaría al consumidor para limitar el impacto final.
En una economía cada vez más interconectada, lo que comienza como un pulso comercial entre gobiernos acaba reflejándose en las estanterías del supermercado. Las decisiones que se toman en Bruselas, Washington o Pekín terminan por pesar —aunque sea unos céntimos más— en el ticket del consumidor europeo. Y la próxima vez que alguien compre un bote de champú, quizá esté pagando una pequeña parte de ese conflicto global.
Publicidad
Álvaro Rubio | Cáceres y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.