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Pocos españoles han tenido tanto contacto con el papa Francisco como el extremeño Juan Antonio Guerrero. En 2020 fue nombrado prefecto de la Secretaría de ... Asuntos Económicos de la Santa Sede, un puesto equivalente al ministro de Economía. A finales de 2022 abandonó el cargo por motivos de salud, ya que tras someterse a una operación empezó a tomar una medicación que por sus efectos secundarios afectaba a su labor profesional.
Guerrero regresó entonces a España y actualmente está vinculado al centro de espiritualidad San Ignacio de Salamanca, desde donde participa en la celebración de ejercicios espirituales. «Lo que más hecho de menos del Vaticano es a Francisco», afirma. En su opinión, «ha sido generoso hasta el final», poniendo su labor como papa por delante de su salud.
Según indica, Jorge Bergoglio era cariñoso y amable y destacaba por su cercanía. Guerrero cuenta que a los tres o cuatro meses de su nombramiento tuvieron un encuentro que coincidió con el día de su cumpleaños. «Se lo dije y salió de la habitación, y volvió cargando él mismo una caja de vinos argentinos para regalármela». También afirma que era muy simpático y le gustaba gastar bromas. «Me preguntó si tenía sentido del humor, y le dije que creo que sí», recuerda. «'Pues aquí te va a hacer mucha falta', me contestó».
En cuanto a su labor como papa, considera que consiguió aunar su gran corazón con un sentido práctico y concreto, lo que le llevó a alertar sobre el problema de la emigración y al mismo tiempo acercarse a conocer a las personas emigrantes. También destaca su preocupación por la fraternidad en tiempos de crisis, el cuidado por el planeta y la economía al servicio de las personas, lo que le ha generado detractores. «La crítica a Francisco, que la ha habido, es la misma que tuvo Jesús en el Evangelio», asegura. «Francisco ha abierto mucho la Iglesia».
Entre los problemas que había que resolver al inicio de su papado se encontraba la situación económica de la Iglesia tras problemas como los generados por la Banca Vaticana. Guerrero señala que la entidad financiera no depende de la Santa Sede, sino de la Ciudad del Vaticano, que gestiona los ingresos por la actividad que se genera en este pequeño estado insertado en el corazón de Roma. Pero Francisco quería evitar más escándalos, por lo que dio pasos hacia una mayor transparencia y control del gasto, para lo que contó con el extremeño.
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Nacido en Mérida en 1959, tras pasar por el colegio San José de Villafranca de los Barros empezó la carrera de Economía, pero decidió ingresar en la Compañía de Jesús. Finalmente se licenció en Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, donde también cursó Filosofía y Letras. En 1992 fue ordenado sacerdote y posteriormente estudió teología en Brasil, Francia y España y filosofía política en Estados Unidos.
Aunque economista de formación, afirma que «me especialicé en teoría económica para que nunca me hicieran ecónomo». Cuando Jorge Bergoglio fue elegido papa, Guerrero era el superior de la curia jesuita en Roma, donde por su trabajo tenía contacto con los distintos dicasterios (similares a los ministerios) del Vaticano. Pero reconoce que no esperaba que le propusieran para la prefectura de Asuntos Económicos. «Fue sorprendente primero para mí», señala, e incluso pidió que buscaran a alguien más experto. Finalmente aceptó y emprendió junto a Francisco una labor que incluyó la creación del Consejo para la Economía y la figura del revisor general, un auditor que repasa las cuentas. Un sistema destinado a sanear las cifras de la Iglesia y evitar nuevos escándalos, que ha permitido una mayor transparencia y control del gasto, aunque «de vez en cuando nos encontrábamos con sorpresas».
Para esa labor Juan Antonio Guerrero afirma que ha sido fundamental la colaboración con el también emeritense Maximimo Caballero. Amigos desde la infancia fruto de la amistad entre sus familias, de pequeños veraneaban juntos y de mayores también estudiaron juntos en la universidad. Cuando ingresó en la Compañía de Jesús perdieron la relación tan cercana, pero siempre han mantenido el contacto, incluso con visitas a la casa de Caballero en Estados Unidos, país al que se trasladó debido a su labor profesional.
Guerrero señala que Caballero dejó su trabajo de vicepresidente en una compañía americana para trasladarse a Roma a servir en la Santa Sede. Como indica, había gestionado presupuestos mayores que los del Vaticano, por lo que «sabía qué decisiones había que tomar». Cuando dejó la prefectura de Asuntos Económicos, en 2022, fue quien ocupó su lugar. El fallecimiento del papa implica su cese para poner el cargo a disposición de su sucesor.
Para la designación del nuevo papa estima que serán fundamentales los precónclaves, los encuentros que se producen entre los cardenales antes del cónclave en el que se producirá la elección. En el caso de Bergoglio, en esas reuniones se decidió que era necesario contar con una persona con capacidad de decisión y gobierno, que afrontara los grandes retos de la Iglesia católica con un enfoque más aperturista. Doce años después, nuevas prioridades pueden implicar la búsqueda de un perfil distinto.
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