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El anuncio oficial de la guerra arancelaria que abre Estados Unidos ha tenido una puesta en escena cuidadosa y muy mediática. Donald Trump se ha rodeado de trabajadores con sus cascos y sus chalecos reflectantes, para reforzar que este movimiento está destinado a las clases medias y medias bajas norteamericanas, y no a las élites, a las que culpa de la decadencia americana. Algunos de sus mensajes han resultado tan simplificados que, horas más tarde, la Casa Blanca ha tenido que salir a la palestra para intentar explicarlos. El presidente, además, ha elegido un lugar emblemático de la Casa Blanca para dejar claro que se trata de un momento para la historia. Estas son algunas de las claves de cómo ha gestionado Trump el momento.
Trump ha escogido un escenario especial, el conocido como Jardín de Rosas de la Casa Blanca. Es un espacio creado en los años 20 que se utilizaba para pequeñas ruedas de prensa hasta que el presidente Kennedy lo convirtió en el escenario de muchas de sus apariciones.
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Es una de las áreas más espectaculares del palacio presidencial -es el lugar escogido para las bodas que se celebran en edificio- y Trump ha escogido el lugar por dos factores: su solemnidad y la cantidad de espacio abierto de que dispone para el atrezzo.
Donald Trump ha rodeado todas su comparecencia de enormes banderas americanas. De esa manera, remarcaba la dosis de nacionalismo con la que enmarcar un acto bautizado como el Día de la Liberación. Su discurso iba en consonancia: «Con la acción de hoy, finalmente podremos hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande, más grande que nunca», ha insistido.
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El presidente norteamericano ha cuidado que el público no estuviese repleto de políticos profesionales o empleados de la Casa Blanca. Se ha rodeado de obreros y trabajadores y ha cuidado que no hubiera problema en identificarles por sus chalecos reflectantes, sus cascos de plástico, sus gorras y sus sudaderas.
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Esta elección evidencia que el gran destinatario de su mensaje era el público interno, la clase trabajadora a la que apela para que le vote y a la que presenta como opuesta a las élites y «los extranjeros» a los que culpa de los problemas de Estados Unidos.
Trump ha dado voz a Brian Pennebecker, un antiguo empleado de Ford y Chrysler, que trabajó en las factorías de Detroit. Este hombre fue el creador de la asociación 'Autoworkers for Trump', una plataforma de apoyo a Donald Trump formada por empleados de automoción.
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En su discurso, Trump ha presentado a los trabajadores como víctimas de una política de anteriores presidentes a la que él pondrá fin. «Tenemos muchos trabajadores aquí. Ellos observaron con angustia cómo líderes extranjeros nos robaban los empleos, cómo estafadores extranjeros saqueaban nuestras fábricas y cómo carroñeros extranjeros destrozaban nuestro otrora hermoso sueño americano.
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El presidente ha simplificado la explicación de sus aranceles con un cartel en el que aparecen la lista de países y el porcentaje que se aplicará a cada uno de ellos, en un recuadro amarillo, junto a las tarifas que, supuestamente, ya se aplican a Estados Unidos.
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El cálculo. Los datos que ha utilizado Trump no tienen ninguna base en estadísticas conocidas. La oficina de la Casa Blanca ha difundido horas más tarde un comunicado en el que explica el método aplicado. Frente a la sencillez del cartel, la fórmula empleada -que pueden ver aquí abajo- no es apta para neófitos.
Trump ha repetido uno de sus gestos clásicos. Mientras se dirigía hacia el Jardín de las Rosas caminaba con una de sus famosas gorras rojas en la mano. Con sus actitudes de showman, al llegar ante su público la ha lanzado a su público.
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