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La última vez que intentaron robar en la asesoría que Emilio Vahi tiene en la calle San Juan, en pleno Casco Antiguo, fue hace dos ... semanas. Pasaban las doce de la noche cuando el vecino que vive sobre las oficinas del portavoz de los empresarios del Casco Antiguo escuchó un fuerte golpe en la puerta del negocio. «Salió al balcón, les dijo que iba a llamar a la policía y salieron corriendo», recordaba este jueves Emilio, que está indignado después de conocer que está previsto el cierre de la comisaría que la Policía Nacional tiene en la Plaza de San José.
Sobre este hecho los vecinos habían escuchado especulaciones en las últimas semanas, pero fue el miércoles cuando el Delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, anunció su cierre definitivo.
«Esta noticia ha sentado muy mal entre vecinos y comerciantes. Estamos en un barrio con un problema muy grande, que es el tráfico de drogas. Aquí la gente que tiene necesidad de drogarse roba para conseguir dinero, y si ahora se llevan la comisaría nos dejan indefensos», asegura Vahí, que abrió su asesoría hace 25 años, cuando el Casco Antiguo empezó a resurgir tras décadas de abandono.
Para él, como para otros vecinos que viven en la zona, la función de los agentes en esta zona de la ciudad es disuasoria, y teme que con su marcha se incremente aún más el cierre de negocios en el centro de Badajoz.
«Solo en la calle San Juan tenemos alrededor de 40 locales y tan solo ocho están ocupados. Si con la marcha de la policía aumenta la delincuencia nadie querrá venir ahora aquí a montar un negocio», subraya Emilio, quien asegura que en el último año se han ido del barrio más de una veintena de negocios.
Fernando Sevilla, que vive en la Plaza Alta, tampoco acepta el cierre de la comisaría. «Los que vivimos aquí estamos vendidos. Somos conscientes que esta dependencia no tenía mucha actividad, pero al menos servía para disuadir a los delincuentes de la zona. No quiero imaginar qué pasará ahora, porque se van pero los delincuentes se quedan», relataba Sevilla.
Los vecinos temen que la marcha de los agentes sirva para devolver al barrio al estado de dejadez y abandono en el que se encontraba hace 30 años. «Cuando yo llegué a vivir aquí no se podía andar por la calle, subir al Museo Arqueológico daba temor, y las calles estaban llenas de basura y jeringuillas», recuerda Antonia Martínez, que no quiere volver a sentir el miedo que pasaba en su juventud al caminar por las calles del barrio.
Para evitar esta situación y evitar que la inseguridad vuelva al barrio, el presidente de la plataforma SOS Casco Antiguo, Pedro Centeno, se suma a la petición de otras instituciones para la puesta en marcha de una comisaría conjunta en el Casco Antiguo donde haya policías locales y nacionales. «La preocupación de los vecinos es enorme. De esto no se nos ha avisado, es otra desgracia que nos ocurre. Pero no sabemos cuál es el problema, porque una de las cosas que habían ayudado a regenerar tímidamente nuestro barrio nos lo quitan: es otro clavo en el ataúd».
Un elemento importante en la regeneración del Casco Antiguo es la Fundación CB, que se mudó hace dos años a la calle Montesinos y hace un mes comenzó con las obras de su nueva sede entre las plazas de Santa María y San José. Esta entidad que apuesta por revitalizar el Casco Antiguo ve un «error muy grave» la marcha de la policía.
«Llevarse la comisaría de ahí generará un confort a la gente que se dedica a hacer el mal y hará posible que se siga vendiendo droga con relativa tranquilidad», afirmaba a HOY el director de la Fundación, Emilio Jiménez, quien recuerda que la llegada de la comisaría fue muy positiva para el barrio y cree importante que una cuestión tan importante como esta no se politice.
Una visión que comparte Emilio Vahi, que recuerda que es la Delegación del Gobierno quién la cierra, pero señala que el Ayuntamiento no hace nada para impedirlo. «Badajoz está abandonado, no conseguimos comprender cómo hacen esto en un barrio conflictivo. Lo normal aquí es ver yonkis en la calle. Estamos en la parte histórica de la ciudad, donde llega todo el turismo, y esta es la imagen que les ofrecemos, pero el gobierno local no hace nada».
Una indignación que comparten los hosteleros, quienes aseguran que incluso con la presencia de la comisaría tenían temor de sufrir robos. «Nosotros tenemos cámaras en todas las esquinas porque la presencia policial en el barrio es inexistente, y si la hay, hacen la vista gorda», contaba el propietario de uno de los restaurantes cercanos a la Plaza Alta que quiere mantener el anonimato. Él es otro de los vecinos que reclama más presencia policial para evitar el vandalismo que sufre la zona de manera continuada. «No me vale de nada que vengan con el coche a dar una vuelta si no actúan».
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